
Comparar a nuestros hijos entre ellos o con otros no es una buena idea.
Como papás seguramente en algún momento hemos dicho frases como "¿Por qué no te portas como tu hermano?, "Tu hermano es más obediente que tú", “Mira ese niño se comió todas sus verduras” o “¡Ves! Ese niño no llora como tú” sobre todo en momentos en que su comportamiento nos abruma o sobrepasa por lo que buscado inspirarlos o mostrarles lo que esperamos acudimos a la comparación.
Y aunque muchas veces lo hacemos sin pensar o con la mejor de las intenciones, la verdad es que estamos cometiendo un grave error, pues sin darnos cuenta podríamos estar alimentado el rencor y los celos entre hermanos. Con el tiempo y si solemos recurrir con frecuencia a esta metodología creamos un muro entre los hermanos, haciendo que uno se sienta orgulloso y el otro menospreciado haciendo que los altercados entre ellos se vuelvan frecuentes.
Comparar a nuestros hijos entre ellos o con otro tiene graves consecuencias en su autoestima, tales como:
- Dañamos su autoestima: Al compararlos les decimos que lo que nos gusta no lo tienen. Haciendo que se sientan inseguros, inútiles y poco amados, haciendo que el tener una autoestima saludable sea poco viable para ellos.
- Envidia entre ellos: Ellos se dan cuenta de que los estamos comparando y comienzan a pensar que el amor que les tenemos se basa en lo que hacen o dejan de hacer y no en lo que son.
- Competencia: Al compararlos con otros niños al igual que con los hermanos, destruimos la relación de nuestro hijo con ese otro al que ven como un rival y lo ven como un ser con mayor aceptación y aprecio a los ojos de sus padres.
Cada uno de nuestros hijos es único y maravilloso, con sus virtudes y sus defectos. Por lo que si hay alguna actitud que no nos agrade hay que hacérselos saber, pero siempre de una forma positiva, sé que a veces parece difícil conservar la calma, pero vale la pena intentarlo.
Reforzar sus conductas positivas es mucho mejor y tiene beneficios para ellos, les muestra que los amamos, que los valoramos y que tanto lo bueno como lo malo los hace la persona que son.
Expliquemos a nuestros hijos como pueden mejorar, pero sin ser persistentes en sus fallas, pero sobretodo sin compararlos con otros, y mucho menos con sus hermanos.